Parafraseando a Alaniz:
Viajo, conozco otros mundos, disfruto de otras culturas, pero en algún momento necesito volver a Guadalajara, necesito sus noches, las vueltas en la princess, sintiendo el aire fresco, sus calles, su centro, sus calles arboladas, su olor a tierra mojada que aún conserva... ¡Qué delicia estar en otoño en mi terruño!
Sep 22 2010 - Sitios arqueológicos
Chichén Itzá y Dzibilchaltún son los dos sitios mejores para ver el fenómeno equinoccio. Al atardecer de los días 21 de marzo y 22 de septiembre, días del inicio de los equinoccios de primavera y otoño respectivamente, se observa en la escalera norte del Castillo de Chichén Itzá, una proyección solar serpentina, consistente en siete triángulos de luz, invertidos, como resultado de la sombra que proyectan las nueve plataformas de ese edificio, al ponerse el sol.
El 23 de septiembre, a las 3:08 T.U., el Sol se sitúa en el ecuador celeste, en la constelación de Virgo, y el día y la noche duran lo mismo en todo el mundo. Se inicia el otoño en el hemisferio norte y la primavera en el sur, es el Equinoccio Autunmal.
Efemérides Otoñales:
- El otoño es de los niños, la primavera de las niñas
- Las estaciones del año influyen en el sexo de los hijos: en otoño se conciben más niños y en primavera más niñas, según un estudio que difunde la publicación especializada británica Human Reproduction, informa el diario ABC.
- Los días de otoño tienen su sutil encanto. Los compromisos y el despotismo de las rutinas nos apartan del placer de un paseo por uno de los lugares más lindos de la ciudad. En los últimos años la gente ha perdido la costumbre de pasear. Prefieren el auto o someterse a las exigencias de esas caminatas aconsejadas por los médicos o los inefables profesores de educación física. Somos pocos los que preferimos el paseo contemplativo, esas caminatas serenas que nos permiten descubrir el misterio de un balcón, la sombra de un árbol o el rostro de alguien que pasa a nuestro lado.
Esa tarde fueron los rayos tibios del sol que entraba por la ventana los que me invitaron a salir. Dejé los libros, la taza de café y los cigarrillos y decidí disfrutar de la caída de la tarde. Abandoné el silencio de la casa y salí a disfrutar de la tarde. (Una tarde de otoño - Rogelio Alaniz)
- Quiero a mi ciudad porque aquí mi presente se confunde con mi pasado y en ese abrazo me reconozco; aquí está mi vida con mis errores y mis aciertos; aquí es posible imaginar algo que se parece a una identidad, pero que es mucho más abierto, más inconcluso, más vivo que ese término que nunca me termina de conformar.
La ciudad es un paisaje, un territorio, una geografía, pero en lo fundamental yo la percibo como un estado del corazón, esa patria chica a la que se retorna siempre. Como le gustaba decir a Edgar Allan Poe; “Yo no hablo de las grutas y los laberintos góticos de Alemania, yo hablo de las grutas y los laberintos del alma”.
- Viajo, conozco otros mundos, disfruto de otras culturas, pero en algún momento necesito volver a Santa Fe, necesito de sus crepúsculos, de sus madrugadas en la costanera, de las caminatas por el bulevar, de los sábados de otoño en la peatonal, de una casa rodeada de árboles y cielo en Arroyo Leyes, de las noches compartidas con amigos, de la visita de una mujer. (Confesiones de Otoño - Rogelio Alaniz)
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Rogelio Alaniz - Periodismo y opinión
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