lunes, 18 de julio de 2011

Harry Potter- El final


Harry Potter y las reliquias de la muerte parte 2 - el niño que se volvió leyenda

Este fin de semana tuve la oportunidad de ver la última película final de la serie de Harry Potter. Ver los estrenos de Harry Potter se convirtió en tradición entre mis sobrinos, la invitación era leer primero el libro antes de que la película se estrenara.
Estos 10 años de las 8 películas de Harry Potter fueron pasando con cambios y evoluciones sobre todo en ellos, cuando inició la serie eran algunos todavía adolescentes y otros niños muy pequeños que había que ver la película doblada al español.
Dos de ellos ya graduados de la universidad, otro universitario y las más pequeñas en Prepa y Secundaria.
Mi sobrina me recordó: - Tía te acuerdas que tu nos compraste el primer libro de Harry Potter- Ahora toda una universitaria graduada, con el novio formal.


La magia siempre me ha gustado, aunque le tengo respeto. Pero creo que uno de los recursos de las historias de  Harry Potter  fue precisamente ese, el poder de la magia, como enganchar a los jóvenes y niños de hoy que todo saben, que tienen acceso a todo tipo de información, que no hay misterios.
El mensaje era: sí hay misterios, sí existe lo desconocido, sí existe la magia.


Hay quien lo crea o no pero el objetivo era ese: abrir la posibilidad de un mundo desconocido, de un mundo alterno al que conocen, y quizás que a algunos no termina de convencer.
Técnicamente la película es muy buena sí cumple, pero dejo el comentario a los expertos.



Fuente:http://www.enfilme.com/resenas/enpantalla/harrypotterend/main.php
Harry Potter y las reliquias de la muerte parte 2
★★★★
Por Martín Rodríguez García (@Chukunu)
Son pocas, muy pocas, las sagas cinematográficas que han sabido manejar la emoción y mantener a sus fanáticos: Star Wars, Toy Story, El señor de los anillos, y eso es todo. O casi, porque en esa lista falta Harry Potter, cuya última entrega es la culminación de un recorrido que ha delimitado una etapa de muchas vidas –esto puede que no te importe– pero también ha dejado una huella indeleble en la cultura popular –esto, en cambio, no puede pasar desapercibido. Una culminación que, además, lo hace de manera alucinante.
La película es la segunda parte de la adaptación de un mismo libro y, de no ser justamente por esta división que provoca que no haya un balance de sucesos relevantes entre las dos películas, podría considerarse la mejor adaptación al cine de los siete textos escritos por J. K. Rowling, incluso mejor que la tercera entrega: Harry Potter y el Prisionero de Azkaban (que por su apego al libro y su perfecta construcción del arco narrativo, es la mejor adaptación de la saga).
La película resulta sumamente entretenida. Desde el inicio la tensión está presente. La combinación es infalible: los misterios planteados en los filmes anteriores son finalmente resueltos –esta redondez se agradece siempre–, las sospechas sobre el verdadero rol de algunos personajes son confirmados y la emoción se mantiene gracias a peleas muy bien coreografiadas, explosiones y diálogos reveladores. Pero son los momentos emotivos los que hacen a la película tan entrañable, seas o no fanático del mago más famoso del mundo.
Harry Potter dejó de ser un niño para convertirse en mago –su responsabilidad no es poca cosa. Lo que él no sabía es que aunado a ese fantástico descubrimiento, grandes problemas del mundo mágico estaban relacionados directamente con él. Su destino es el de un héroe –él es el único sobreviviente de la maldición mortal Avada Kedavra–, y tal destino incluye sufrimiento, dolor físico, muerte a su alrededor y la constante amenaza de perder a sus seres queridos.
Durante su vida siempre hay incertidumbre. La única certeza es que el hombre que asesinó a sus padres volverá. La misión de su vida es clara y el encuentro final ha llegado, después de diez años de películas (lanzadas entre 2001 y 2011) y diez años de libros (presentados entre 1997 y 2007), con un casting recurrente –el mayor atributo de continuidad de la saga–, cuatros directores, seis fotógrafos, un mismo director de arte y dos guionistas (Steve Kloves escribió todas, salvo Harry Potter y la orden del fénix, a cargo de Michael Goldenberg).
La trama es compleja, cargada de importantes elementos –objetos físicos, conexiones mágicas e incluso situaciones metafísicas– y alterna subtramas claramente explicadas. Las secuencias que resuelven la búsqueda de los horcruxes, el destino de las tres reliquias de la muerte, el encuentro inminente entre Lord Voldemort y Harry Potter y, por lo tanto, una épica batalla entre mortífagos y magos buenos –con varias muertes de por medio– están perfectamente orquestadas en la película más corta de la serie.
Punto en contra: los desenlaces de algunos personajes son poco claros para el espectador que no conoce los libros. El ejemplo más claro es el encuentro entre la señora Weasley y Bellatrix Lestrange. La razón no justifica, pero de algo sirve: el libro consta de 759 páginas en su edición de pasta dura en inglés. El tiempo cinematográfico difícilmente acepta semejantes excesos, pero además requiere acentos para fortalecer el dramatismo.
Hogwarts es el escenario principal para la batalla final. Reducido a escombros, el espacio se vuelve el lugar idóneo por su importancia en la historia y su apariencia apocalíptica. Ya no hay vuelta de hoja: Harry Potter y las reliquias de la muerte parte 2 es (al menos que J. K. Rowling se aventure a escribir un historia posterior –o previa–, lo cual es poco probable), la última película. Es un entretenido blockbuster de verano, sí, pero también un digno, dignísimo cierre a la saga que marcó de por vida a millones de personas que crecimos con ella. El uso del verbo “crecer” no es caprichoso. Cuesta trabajo decirlo: el mundo de Harry ha llegado a su fin.
Julio 14, 2011.

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