viernes, 28 de mayo de 2010
I say a little pray… por Cerati - Yo también
Me encantó este artículo, independientemente de la polémica si rezar o no rezar por un artista. Me uno al deseo de que Cerati regresé pronto.
Alguna vez leí por ahí: Por qué los genios se van tan pronto... o será más bien que sus vidas prolíferas dedicadas al arte tienen que acabarse antes de tiempo... no será que nunca es suficiente, que nunca nos cansamos de lo que nos llena.
Recuerdo esa noche donde a los ritmos de Cerati la noche explotó en toda su pasión.
La combinación perfecta: noche, Cerati, tabaco y un buen vino.
Ocio- por Alfonso Gutierrez
Crecer con su música y saber que al cierre de esta edición se encuentra en terapia intensiva con un brillante cerebro ahora inflamado, duele. ¿Qué pensará Dios de las oraciones de los seguidores?, y ¿qué respuesta vendrá para los que lanzan oraciones, llenos de fe? Debe ser difícil ser Dios y poder complacer a todos: a los más fieles, los qué solo claman en ocasiones especiales y los que piden sin mucho fervor, sólo por “si pega”. Debe ser difícil recibir las peticiones, lo mismo de una madre con un hijo enfermo en casa, que la de un anciano que no quiere dejar de vivir, la chica que quiere conquistar, el que espera conseguir empleo, o bien el estudiante que sólo pide aprobar un examen de matemáticas, y al mismo tiempo, una ola de seguidores que piden una segunda oportunidad para el músico Gustavo Cerati, quien al cierre de esta edición, aún se encuentra en terapia intensiva, debido a inflamación cerebral.
El artista indispensable en la historia del rock hispano, columna vertebral de una leyenda argentina llamada Soda Stereo, y dueño de una carrera solista que le ha permitido mantenerse vigente entre las nuevas generaciones, ha marcado tanto aquellos que aman el rock en la lengua de Cervantes, como a los que simplemente han pasado de niños a adolescentes hasta convertirse en jóvenes adultos que quizá superan 30 y 40 años de edad, de 1982 a la fecha.
Para los seguidores, simpatizantes y curiosos sobre Gustavo Cerati, sobran motivos para emitir una oración. Días atrás, apenas se confirmó a través de diarios, agencias, revistas y portales de la Internet sobre la repentina gravedad de salud del músico, comenzaron a surgir los mensajes de fe, preocupación y mucho más. En las redes sociales, como Facebook, surgieron singulares grupos como el titulado “Dios, llévate a Arjona y déjanos a Cerati”; también nació una página electrónica que compila los reportes médicos, para evitar desinformación y especulaciones.
¿Qué pensará Dios de las peticiones de los fieles de un artista con rango de favorito?, ¿los considerará banales, conmovedores, o acaso sentirá celo de la devoción?, ¿habrá escuchado un álbum de grandes éxitos de soda y alguno de los de estudio en etapa solista?, ¿le gustarán temas como “Canción animal”, “Zoom”, o “Cosas imposibles” y “Amor amarillo”?, por supuesto que sí, podría apostar un millón de dólares a que sí. Otra pregunta, ¿por qué a los fieles de un músico como el gran Cerati les quita el sueño saber el bienestar de alguien que no es su hermano, primo, hijo, ni siquiera compadre o cuate?, en palabras francas y claras, Cerati es apenas “un conocido”.
Sin embargo, la riqueza de su música y la vigencia del personaje que ha construido de sí mismo, le han convertido en alguien entrañable para el chico o chica que en este momento busca información reciente, “twittea” o conversa con alguien más sobre el estado de salud de su ídolo. Da gusto envejecer con los músicos que marcan nuestras vidas. De alguna manera sentimos que compartimos caminos, aunque la distancia sea evidente. En lo personal, con Cerati viví mis primeros grandes momentos como receptor de rock en español, mis primeros instantes frente a la televisión como espectador de videoclips. También provocó un berrinche ante mi padre y madre que con la finalidad de no escuchar un enfado más, accedieron a comprar el LP Nada personal. Ahí no terminó el enlace. La banda sonora de mi adolescencia incluye temas como “Canción animal”, “Primavera 0” o el álbum fruto de un concierto unplugged antes de que la “soda” terminara por derramarse. Mis días de jovencito veinteañero y actualmente “adulto contemporáneo”, incluyen al Cerati solista con álbumes como Bocanada y Ahí vamos.
Tengo que confesar algo: no quiero que la historia termine ahí. Me encanta la idea de cumplir más años, llegar quizá a los 50 (actualmente tengo 31), y que él tenga casi 70 y aún salga a escena de manera digna, como lo viven los seguidores de Bob Dylan o Paul McCartney. Sería fabuloso. Quizá sólo se necesita un milagro, bondades de ciencia y mucha fe. ¡Que Dios bendiga a Gustavo Cerati!, y que regrese a casa, y también al escenario, para que siga en nuestras vidas. Queridos ateos, ustedes dispensen.
Links:
Sitio oficial de Cerati - http://cerati.com/
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario